Las inundaciones provocadas por las crecidas del Nilo borraban los límites de las propiedades cada año, por lo era necesario reconstruirlos de nuevo con la ayuda de mapas y planos. Además, estas crecidas del río permitieron la elaboración de precisos calendarios anuales basados en los cálculos astronómicos.
La mayoría de los mapas antiguos se perdieron durante el incendio de la Biblioteca de Alejandría. De ahí que, en la actualidad, sólo se conserven unos pocos ejemplares de este tipo de documentos.
Uno de los más destacados es el conocido como Mapa del Oro, también conocido como El papiro de las minas de oro o papiro Turín I, formado papiros escritos hacia el 1300 a. de C. y que se conserva en el Museo de Turín (Italia). Este preciso y detallado mapa muestra los límites de los terrenos y caminos situados entre el Nilo y el mar Rojo, donde se hallaban las minas de oro de Uadi Hammamat, uno de los yacimientos más importantes del país.
Tras la crecida del Nilo, un cuerpo de tipógrafos a las órdenes del faraón comenzaba a restablecer los límites de los terrenos a toda prisa. Este interés tenía una razón fundamental: la mayor parte de los ingresos del faraón procedía de los impuestos sobre la tierra y las cosechas obtenidas.
Los mapas del más allá fueron muy comunes durante el Imperio Medio. Estos mapas eran pintados en muchas ocasiones en el fondo del sarcófago, de manera que la momia estaba en contacto con ellos y era imposible que su espíritu pudiera perderse.
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