Es importante observar que el nombre no era otorgado el mismo día del nacimiento de la criatura sino, generalmente, unos ocho días después en el caso de las niñas y nueve días después del nacimiento en el caso de los niños. Esto se hacía mediante un ritual de nombramiento honrando a la diosa Nundina, la cual gobernaba sobre la purificación y el nombramiento de los niños.
Éste ritual era considerado como un ritual de mucha importancia en la sociedad romana, y era practicado por todas las clases sociales sin excepción. El mismo no era muy elaborado o complejo, no obstante, era necesario respetar correctamente los tiempos y los días.
Los ciudadanos romanos tenían tres nombres (denominado tria nomina): el praenomen, que indicaba la rama de la gens o tribu a la que se pertenecía (era equivalente a nuestro nombre de pila); el nomen, propio de la gens; y el cognomen, que era un apodo propio o heredado.
El cognomen de Cneo Pompeyo Estrabón, padre de Cneo Pompeyo Magno, el gran enemigo de César, significa el "bizco".
Tomemos otro ejemplo, Julio César:
Praenomen Nomen Cognomen
Gaius Julius Caesar
(gens Julia)
La palabra cicer, "garbanzo", dio lugar al cognomen de los Cicerones. El sobrenombre hacía referencia a la gran verruga que un antepasado del político y orador Marco Tulio Cicerón tenía en la cara.
El cognomen del poeta Publio Ovidio Nasón significa "el de la gran nariz".
Por último, señalar que el agnomen era un término (sobrenombre) empleado por los antiguos romanos para distinguir una victoria sobresaliente de algún general. Se sumaba entonces al praenomen, nomen, cognomen, y venía a ocupar un cuarto sitio en el nombre. Uno de los casos más conocidos es el de Publius Cornelius Scipio Africanus, que recibió su agnomen debido a su exitosa intervención militar y triunfo sobre los cartagineses comandados por Aníbal, durante la segunda guerra púnica, en el Siglo III a. C. Tal era el grado de honor contenido en el agnomen que muy pocos alcanzaron dicho reconocimiento. En el caso de la imagen, se le conoció por el agnomen Caracalla por una túnica gálica con capucha que usaba habitualmente y que puso de moda.
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