Durante una plaga, el Senado romano mandó una delegación a Grecia para pedir ayuda al dios Esculapio. A su llegada a Roma de los embajadores que llevaban consigo una serpiente milagrosa, que huyó y se refugió en una isla situada en mitad del Tíber, donde el Senado ordenó construir un templo.
Hasta entonces los romanos abandonaban a los esclavos viejos o enfermos, a los bastardos y a los niños con alguna minusvalía en la isla Tiberina para que murieran de hambre. Con el tiempo llegó a ser un lugar de refugio para los indigentes enfermos, los cuales recibían comoda y asistencia médica en el templo, que se convirtió en el primer hospital de la ciudad.
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