Ramón de la Cruz encarna la época de Carlos III. Creó una nueva forma de sainete, donde se proponía ofrecer un trasunto fiel de la sociedad madrileña de su tiempo; se caracterizan sus pinturas, tanto la imagen castiza del pueblo como la visión satírica de la clase media a la que pertenecía, por su colorido y la vive de los diálogos. Muy apegado a todo lo español, tenía sin embargo un buen conocimiento del teatro extranjero y de las luces, como lo demuestra el conjunto de su obráis. El objetivo de esta página es precisamente tener en cuenta esta diversidad. Ramón de la Cruz fue indudablemente uno de los dramaturgos más populares y más fecundos de la segunda mitad del siglo XVIII. Cultivó todos los géneros dramáticos, pero la fama póstuma la debe efectivamente a sus sainetes, una forma de teatro breve que llegó a renovar reproduciendo la realidad cotidiana del Madrid de su tiempo, aprovechando sus dotes satíricas en unas obritas cada vez más desligadas de la tradición anterior y creando una comicidad que aún sigue funcionando en el siglo XXI, como se ha demostrado. Lo que pretendemos aquí es contribuir a una nueva valoración de la obra de un autor injustamente relegado.
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