Un grupo de liberales progresistas radicales y republicanos inició un movimiento revolucionario el 28 de enero de 1844 en la ciudad de Alicante, bajo el liderazgo del comandante Pantaleón Boné, en demanda de mejoras sociales y económicas para la ciudadanía. El éxito inicial de la rebelión liberal conllevó el confinamiento de las autoridades civiles y militares de la ciudad. El Gobierno respondió con un plan para sofocar la rebelión y evitar su extensión a otras zonas del país. Un contingente militar desplazado desde Murcia derrotó a las fuerzas rebeldes en Elda el 5 de febrero, cuyos oficiales fueron fusilados el 14 de febrero en Villafranqueza. Alicante estaba cercada por las fuerzas gubernamentales con continuos bombardeos por tierra y mar, que concluyeron el 6 de marzo con la conquista de la ciudad por el general Roncali. La rebelión terminó definitivamente el 8 de marzo con el fusilamiento de los rebeldes, entre ellos Pantaleón Boné, en el malecón de Alicante. El fusilamiento de los liberales progresistas sublevados en Alicante se convirtió en un hecho destacado de la memoria colectiva de la ciudad durante casi un siglo, como una seña de identidad de una ciudad liberal. Cada 8 de marzo se conmemoraba la efeméride con diferentes actos cívico-religiosos e interpretaciones; los conservadores defendían los principios monárquicos liberales mientras que los republicanos destacaban el significado antimonárquico y democrático.
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