Durante su juventud, Aristocles fue lanzador de disco y, debido a las muchas horas de entrenamiento, los omóplatos se le desarrollaron de manera notable. Sus amigos y algunos envidiosos, decidieron llamarlo con un alias que hiciera referencia a esta característica física.
Pasaron los años y Aristocles se dedicó a la filosofía, pero conservó el apodo por el que había sido conocido: Platón, que se traduce como aquel que tiene anchas espaldas.
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