
En su época de comerciante, Tales advirtió que la cosecha anual de aceitunas sería más abundante que de costumbre, así que arrendó todas las prensas de aceite de Mileto y Quios a pesar de las brulas de sus conciudadanos. Cuando sus vecinos recogieron la cosecha, no tuvieron más remedio que recurrir a Tales, que les hizo pagar un precio más alto de lo habitual y reunió una fortuna.
Tales se encargó durante una temporada de unas mulas cargadas con sacos de sal. Una de ellas resbaló al cruzar el río, la sal se disolvió en el agua y, por tanto, la carga resultaba menos pesada. A partir de entonces, el animal se sumergía para aligerar la carga cada vez que atravesaba un río. Tales se percató del hecho y la cargo con un saco de esponjas. La mula no volvió a mojar la mercancía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario