Gaston Maspero |
Aparte de llevarse las riquezas almacenadas en las tumbas, los saqueadores desmembraban las momias para arrebatarles las joyas y los amuletos escondidos entre las vendas y, a menudo, las pisoteaban o las quemaban.
En la XXI dinastía, el sumo sacerdote Pinedyem ordenó que los restos de los faraones sepultados en el Valle de los Reyes fueran trasladados a un lugar más seguro. El escondite escogido fue una antiguar tumba situada en un acantilado a unos sesenta metros del suelo, en una colina de Deir-el-Bahari.
En 1881 una expedición oficial promovida por el arqueólogo Gaston Maspero logró encontrar el lugar. Sin embargo, no fueron los primeros en llegar ya que los saqueadores de la familia Abd el- Rassul ya había estado allí. La familia de Mohamed el-Rassul, un rico y famoso traficante de antigüedades, se dedicaban desde hacia años a robar algunos restos faraónicos cada vez que necesitaban dinero, por lo que su fuente de ingresos no se agotaba y podía venderlos de manera discreta.
Maspero investigó discretamente a los miembros de la familia y siguió sus actividades de cerca, con lo que logró averiguar la procedencia de los materiales.
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