Mano dura
El estado policial global, los nuevos fascismos y el capitalismo del siglo XXI
Traducción de Silvia Moreno Parrado
Errata naturae
Madrid2023
248 págs.
A muchos nos aterra el nuevo auge del fascismo. Solo en Europa, la extrema derecha integra cinco gobiernos y tiene representación parlamentaria destacada en veintisiete países. Pero esto es apenas la punta del iceberg de un proceso bastante más complejo: el auge del Estado policial global como respuesta a la profunda crisis del sistema capitalista actual.
A medida que el neoliberalismo dispara las desigualdades hasta límites insospechados (los veintiséis millonarios más importantes del mundo poseen hoy más de la mitad de la riqueza mundial mientras dos mil millones de personas viven en situación de pobreza), los individuos se vuelven «desechables». Una población excedente que supone una amenaza de rebelión para la clase capitalista.
Para refrenarla, se hacen ubicuos todo tipo de sistemas de control, rastreos biométricos, encarcelamientos generalizados, barcos-prisión, violencia policial, persecución de migrantes, represión contra activistas medioambientales, eliminación de prestaciones sociales, desahucios, precarización de las clases medias, guerras estratégicas sustentadas por capital privado… Así, el Estado policial global no remite ya a un mecanismo policial y militar, sino a la propia economía global como totalidad represiva, cuya lógica es tan mercantil como política y cultural. Y, mientras la codicia infinita de la clase dominante hunde al capitalismo en una crisis sin precedentes (llevando la degradación ecológica y el deterioro social a su límite absoluto), el neofascismo afianza su posición en ese Estado policial global cuyo objetivo es la exclusión coercitiva de la humanidad excedente.
Basándose en datos estremecedores y argumentos incontrovertibles, William I. Robinson demuestra hasta qué punto el capitalismo del siglo xxi se ha convertido en un sistema absoluto de represión como único método para mantenerse en pie más allá de sus contradicciones terminales, y defiende la urgencia de crear un movimiento que trascienda los meros llamados a la justicia social y ataque a la yugular.
A muchos nos aterra el nuevo auge del fascismo. Solo en Europa, la extrema derecha integra cinco gobiernos y tiene representación parlamentaria destacada en veintisiete países. Pero esto es apenas la punta del iceberg de un proceso bastante más complejo: el auge del Estado policial global como respuesta a la profunda crisis del sistema capitalista actual.
A medida que el neoliberalismo dispara las desigualdades hasta límites insospechados (los veintiséis millonarios más importantes del mundo poseen hoy más de la mitad de la riqueza mundial mientras dos mil millones de personas viven en situación de pobreza), los individuos se vuelven «desechables». Una población excedente que supone una amenaza de rebelión para la clase capitalista.
Para refrenarla, se hacen ubicuos todo tipo de sistemas de control, rastreos biométricos, encarcelamientos generalizados, barcos-prisión, violencia policial, persecución de migrantes, represión contra activistas medioambientales, eliminación de prestaciones sociales, desahucios, precarización de las clases medias, guerras estratégicas sustentadas por capital privado… Así, el Estado policial global no remite ya a un mecanismo policial y militar, sino a la propia economía global como totalidad represiva, cuya lógica es tan mercantil como política y cultural. Y, mientras la codicia infinita de la clase dominante hunde al capitalismo en una crisis sin precedentes (llevando la degradación ecológica y el deterioro social a su límite absoluto), el neofascismo afianza su posición en ese Estado policial global cuyo objetivo es la exclusión coercitiva de la humanidad excedente.
Basándose en datos estremecedores y argumentos incontrovertibles, William I. Robinson demuestra hasta qué punto el capitalismo del siglo xxi se ha convertido en un sistema absoluto de represión como único método para mantenerse en pie más allá de sus contradicciones terminales, y defiende la urgencia de crear un movimiento que trascienda los meros llamados a la justicia social y ataque a la yugular.
William I. Robinson (1959). Es un destacado pensador norteamericano cuyo trabajo se centra en la economía política, la estructura del cambio social y el capitalismo global. Comenzó su carrera en el ámbito del periodismo, obteniendo su licenciatura en el Friends World College de la Universidad de Long Island, y a principios de la década de 1980 fue destinado a Nicaragua, donde cubrió la actualidad política del país durante todo el periodo de la Revolución sandinista. Más tarde retomó su carrera académica y recibió su maestría en Estudios Latinoamericanos y su doctorado en Sociología por la Universidad de Nuevo México. En la actualidad es profesor de esta misma disciplina en la Universidad de California y miembro de la Misión Internacional Parlamentaria y de la Sociedad Civil para Investigar la Transición Política en Irak. Además de Mano dura, entre sus principales libros cabe destacar Can Global Capitalism Endure?; Global Civil War: Capitalism Post-Pandemic; Into the Tempest: Essays on the New Global Capitalism; o A Theory of Global Capitalism: Transnational Production, Transnational Capitalists, and the Transnational State.
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