sábado, octubre 29, 2022

Libros: Las sacas

Las sacas 

Patricio P. Escobal
Pepitas
Logroño
2022
368 págs.
Estudios de María Teresa González de Garay, Jesús Vicente Aguirre y Pío García
Uno de los libros más importantes sobre lo ocurrido durante la Guerra Civil española. Las sacas es un libro imprescindible. Imprescindible para conocer el papel de las cárceles como punto central del sistema represivo de los sublevados en julio de 1936. Imprescindible para conocer a las personas que llenaron esas cárceles en 1936 y 1937. Seres humanos, con sus opiniones, sentimientos, miedos y esperanzas. Imprescindible para conocer la personalidad del autor. Su capacidad de sufrir primero y de escribir después. Su memoria. Su honestidad y su generosidad. Las sacas es un libro imprescindible para saber más del ser humano en general y de nosotros mismos en particular a poco que seamos capaces de situarnos y revivir aquellas circunstancias. Imprescindible, finalmente, para que las generaciones futuras puedan conocer, de primera mano, lo que ocurrió. «No hay terror rojo ni terror blanco. Hay solo una clase de terror y es siempre pálido. Es la fuente y el producto a un mismo tiempo de la peor de las angustias. Escobal lo sabe y nos lo dice con una economía admirable de palabras. Su libro escrito sin tanta pasión como se podía esperar es por eso mismo más eficaz en cuanto a la emoción y a la fijación de las imágenes en nuestra memoria. Igual que el autor, muchos españoles de un lado o del otro hemos perdonado. Perdonar depende de nosotros. En cuanto a olvidar, es otra cosa».—Ramón J. Sender, El atleta superviviente.
Patricio P. Escobal (Logroño, 1903-Nueva York, 2002) estudió Ingeniería Industrial en Madrid, se casó con Teresa Castroviejo y fue muy conocido como deportista, principalmente por ser jugador de fútbol y capitán del Real Madrid durante varias temporadas. Trabajó como ingeniero municipal en el Ayuntamiento de Logroño y estuvo afiliado a Izquierda Republicana. Nada más comenzar la Guerra Civil española fue detenido por los franquistas y condenado a muerte. Estuvo encarcelado en diferentes espacios habilitados como prisiones hasta que, con la salud muy minada, fue trasladado al Hospital Provincial. Gracias a diversas intercesiones consiguió exiliarse a Nueva York con su familia. Allí trabajó en diferentes oficios hasta que finalmente obtuvo una plaza como ingeniero en el Ayuntamiento de esa ciudad.

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