Diario rural
Apuntes de una naturalista.
Otoño · invierno
Traducción de Esther Cruz Santaella
Pepitas
Logroño
2021
288 págs.
Incluye 19 ilustraciones de la autora
El cielo y los caminos, el bosque y las flores, los mamíferos, los insectos. Y como fondo, la actividad humana que, a mediados del siglo XIX, en esa parte del este de Norteamérica conocida como Nueva Inglaterra, comienza a modificar la faz de la tierra y la forma de pensar de sus habitantes. En ese marco se desarrolla el Diario rural de Susan Fenimore Cooper, a quien puede considerarse como la primera escritora sobre la naturaleza.
Diario rural es a la vez una invitación a lo pequeño y a lo colectivo, una contemplación y una reflexión: el libro de una mujer que vivió en un pueblo sin progreso, que se alejó de romanticismos, idealismos y trascendentalismos, y que cultivó la lectura, la observación y la escritura para dar cuenta de lo que hoy apenas queda huella: la vida salvaje.
Este segundo volumen de Diario rural, una pieza fundacional de la literatura sobre la naturaleza que vio la luz cuatro años antes de que H. D. Thoreau publicara Walden, comprende las entradas escritas por Fenimore Cooper durante el otoño de 1848 y el invierno de 1849, y nos regala hermosas observaciones que van desde el origen del gusto por el pastel de calabaza hasta la predilección de Santa Claus por los calcetines y las chimeneas, pasando por los hábitos de los patos joyuyos o los distintos modos en que los poetas cantan al otoño en el Viejo y el Nuevo Mundo.
Susan Fenimore Cooper (1813-1894), naturalista y escritora, fue una mujer con una amplia cultura, favorecida en parte por la biblioteca de su padre, el escritor John Fenimore Cooper (entre cuyas obras destaca El último mohicano), al que acompañó de viaje por Europa. Además, fundó un orfanato en Cooperstown, Nueva York, y lo convirtió en una célebre organización benéfica. Colaboró en publicaciones como The Atlantic Monthly, The Freeman’s Journal, Harper’s New Monthly y Putnam’s Magazine, y, además de Diario rural, publicó, entre otros, los libros Female Suffrage: A Letter to the Christian Women of America y Rhyme and Reason of Country Life. Susan Fenimore Cooper fue una minuciosa observadora de su entorno, como demuestran los numerosos apuntes que en Diario rural dedica a las flores, los árboles, las aves o los insectos. Pero su escritura, firme y precisa, detallista y minuciosa, transparente en la plasmación de sus ideas, la llevó a reflexionar sobre temas tan dispares como la implantación de especies vegetales y animales europeas, el lirismo de los nombres de las plantas, la migración de las golondrinas o la crítica a la matanza de los pieles rojas. Diario rural es un libro que aún conserva el olor de la hierba de Nueva Inglaterra en primavera.
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