Jean-Baptiste Camille Corot, nació en París, el 16 de julio de 1796. Perteneciente a una familia de comerciantes, en su juventud se inició en el oficio de pañero. Fue uno de los más grandes pintores del paisaje, siendo una influencia muy importante para los impresionistas. Las pinturas de Corot en un principio parecían esbozos con poca importancia, se decía que su frescura era la coartada de una insuficiente destreza y de carencia de recursos técnicos. El poeta Charles Baudelaire dijo de él al respecto: «Existe una gran diferencia entre un cuadro hecho y un cuadro acabado… La mirada del público está tan acostumbrada a esas piezas brillantes, limpias e industriosamente bruñidas que a Corot siempre se le reprocha que no sabe pintar». En 1822 logró el permiso paterno y el apoyo financiero para iniciar sus estudios artísticos; ingresó inicialmente en el taller de Achille-Etna Michallon, que le aportó una enseñanza neoclásica y le animó a pintar al aire libre (au plain air). Unos meses más tarde, tras la muerte de Michallon, prosiguió su formación junto a Jean-Victor Bertin. En 1825 viajó a Roma, pasando tres años en la capital italiana, en ella entró en contacto con el círculo de Théodore Carnelle d’Aligny y con ellos practicó la pintura al aire libre en la ciudad. Volvió a Italia en dos ocasiones más, en 1834 y en 1843, tiempo en el que realizó bellas vistas de Venecia.
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El viejo puente de Mantes (circa 1855). Óleo sobre loenzo. Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. |
Una vez en Francia realizó numerosas excursiones durante los veranos para pintar. Los inviernos los dedicaba a trabajar en su taller y realizar sus obras de gran tamaño, que estaban destinadas a ser expuestas en el Salón de París. Además del paisaje, practicó también la figura humana, por lo que parte de su obra privada se centró en realizar retratos de amigos y familiares y escenas de género. Desde la década de 1830, su pintura elevó de forma importante su cotización, siendo su impulso definitivo en 1840, cuando «Le Petit Berger», fue adquirida por el Estado. En 1846 Baudelaire y Champfleury, hicieron alabanzas de su arte y muchos coleccionistas y galeristas, entre ellos a Paul Durand-Ruel, que comenzó a interesarse por su obra. Alrededor de 1850 su pintura se centró en sus propias impresiones de la naturaleza y sus paisajes poéticos, a medio camino entre lo real y lo ideal, que fueron recibidas por público y crítica con gran entusiasmo, lo que provocó que Corot comenzase a repetir sus temas y que se fueran incontables las imitaciones de su obra. El éxito le llegó con la Exposición Universal de París de 1855, en la que obtuvo una medalla de primera clase, tras lo que Napoleón III adquirió uno de los seis cuadros expuestos para su colección particular. Tres años después, en una subasta en el Hotel Drouot, alcanzó importantes cotizaciones y, en el Salón de 1860, su «Danza de las Ninfas» obtuvo un éxito sin precedentes. Entre los años 1866 y 1870, en los que el pintor se vio obligado a permanecer en su estudio por motivos de salud, su ímpetu creador volvió a surgir con fuerza y realizó gran número de viajes para pintar al aire libre. Su influencia fue decisiva en los primeros pasos de Monet, Renoir y Berthe Morisot, así como en toda la obra de Camille Pissarro, aunque no vio con simpatía al impresionismo como grupo, debido a la «rebeldía antiinstitucional de sus jóvenes colegas». El Museo Thyssen Bornemisza de Madrid posee cuatro de sus magnificas obras. Murió en París el 22 de febrero de 1875.
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