jueves, agosto 19, 2021

De Van Eyck a Picasso, veinte cuadros que cuentan la historia (grandes o pequeñas) (V)

Niños jugando a los dados, hacia 1665-1675, es una obra del pintor español Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, bautizado el 1 de enero de 1618–3 de abril de 1682), óleo sobre lienzo, que se encuentra e la Alte Pinakothek, Múnich, 
En un  marco difusamente arquitectónico unos niños , que corresponden al modelo del naturalismo barroco, pertenecientes por sus atuendos a las clases populares se entretienen en un momento de su trabajo que sería vender fruta. . El más pequeño  se encuentra de pie  sin percatarse de que su perrillo lo mira  con la esperanza de atrapar alguna migaja de pan. Esta figura se ha desentendido del juego, y ha dejado de masticar, distraído mira hacia fuera del cuadro hacia el espectador. Mientras, los dos niños (un niño y una niña) miran concentrados el azar de los dados ajenos al tercero. Parece que el que ha lanzado los dados ha tenido suerte y esboza una sonrisa mientras que el otro mantiene la cabeza baja.
En la izquierda de nuevo la maestría en la calidad matérica del bodegón pero realizada con trazos menos minuciosos y más con pinceladas más sueltas con toques del pincel en la cesta, en el pelo del perro. No olvida detalles como esa zapatilla rota.
Murillo  recupera el dibujo para enmarcar las figuras o perfilarlas. Las figuras están dotadas de volumen con un gran modelado  conseguido mediante el juego de luz y sombra especialmente en el niño que se encuentra de pie. Los otros dos niños se encuentran en posiciones enfrentadas uno de ellos en escorzo.
Algunos elementos de la anatomía están construidos con manchas de color como la sombra morada del pelo o una de las manos del niño recortado de nuestra derecha , los dedos no están individualizados. Contrastan  los colores cálidos como el amarillo del limón o el pañuelo del niño y los terrosos como los atuendos o el cántaro. Existen varios focos de luz que son los que contribuyen a moldear las figuras. El fondo es una atmósfera difuminada. El ritmo está marcado por el juego de las miradas entre los niños que participan en el juego y entre el que mira el espectador, incluso el propio perro esperando que le caiga algo de comida.

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