Traducción de Mariano González Campo
Errata naturae
Madrid
2021
344 págs.
Tras el éxito de Nada crece a la luz de la luna, su primer libro traducido al castellano, recuperamos otra de las grandes novelas de Torborg Nedreaas. Una figura esencial de las letras del siglo XX, ese siglo convulso y fértil, a la altura de Natalia Ginzburg, Carson McCullers, Elsa Morante o Clarice Lispector.
Bergen, a comienzos del siglo XX. Cuando el verano llega a su fin, Herdis, una niña de unos diez años, asiste al final del que hasta entonces había sido su mundo: sus padres se divorcian al tiempo que estalla la Primera Guerra Mundial. Los ecos del conflicto llegan a sus oídos a través de las conversaciones de los adultos: miedo, avaricia, resentimiento social, y pronto, en Rusia, una revolución… Enfrentada al estruendo del mundo adulto, cruel y lleno de mentiras y pretensiones, Herdis, soñadora y solitaria, se resguarda en la penumbra y busca su propia música. La naturaleza fulgurante, una melodía que surge de los elementos más inesperados, un libro en blanco para escribir sus poemas y su nueva bicicleta serán su única compañía auténtica. Con una sabiduría llena de delicadeza y una precisión cautivadora, Torborg Nedreaas nos ofrece una prodigiosa sinfonía, poética y reveladora. Al ritmo de los diversos movimientos —andantes, scherzos, adagios: Nedreaas los conoce bien, ya que esta novela es en gran medida autobiográfica— ocurren muchas cosas y ninguna. Pues en este libro, como escribió Walt Whitman, «lo palpable está en su sitio / y lo impalpable también»: todo lo que el corazón de Herdis, su voz o sus manos no alcanzan a expresar lo harán sus sentidos, excepcionalmente abiertos a la armonía de la naturaleza, que le procura un júbilo casi insoportable. Sin duda, a lo extraordinario le agrada la soledad.
Y, sin embargo, esta novela está poblada de personajes inolvidables, retratados de manera soberbia, siempre con un toque de humor que consigue que nos parezcan muy vivos y entrañables: la carismática abuela paterna Hauge, la encantadora tía Rakel, el impositivo abuelo materno, o Elias Rachlev, el amante padrastro de Herdis, que la hace reír con sus imitaciones de los soldados alemanes… Todos ellos trascienden la esfera íntima de la pequeña, y componen un retrato coral único de la sociedad noruega de principios de siglo.
Torborg Nedreaas, feminista y comunista, fue llamada a menudo «la Simone de Beauvoir noruega», aunque es una novelista de mayor altura literaria, sin duda. Ante todo, es una narradora aclamada por la crítica por la profundidad y la finura de sus análisis psicológicos y por la gran calidad de su escritura, muy poética y de potentes imágenes, muy cercana a las sensaciones y pensamientos de los individuos. Profesora de música antes que escritora, debutó en 1945 con un libro de relatos breves, pero saltó a la fama dos años después con Nada crece a la luz de la luna, publicado en castellano por Errata naturae en 2016. En 1950 obtuvo el Premio de la Crítica de su país y en 1964 el Premio Dobloug.
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