Teseo y su compañero Pirítoo bajaron a los infiernos para raptar a Perséfone, la esposa de Hades, dios de los infiernos. Hades, que conocía sus propósitos, los recibió con amabilidad.
Al sentarse en las sillas ambos se quedaron pegados a ellas sin poder moverse. Allí estuvieron hasta que Heracles, en uno de sus trabajos, pasó por el reino de Hades.
Heracles pudo arrancar de la silla a Teseo, que perdió una parte de sus posaderas, pero no tuvo tiempo de liberar a su amigo.
Desde entonces Pirítoo está en los infiernos y los griegos tienen fama de tener las nalgas pequeñas.
Combate de los Centauros y los Lápitas (1715), de Sebastiano Ricci |
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