El reino de Lidia dominó Grecia durante varias décadas, en las que las ciudades helenas le pagaban tributos.
El rey Creso consultaba los oráculos helenos a menudo y les enviaba donativos y regalos de valor insuperable.
La fama de su riqueza se difundió por todo el Mediterráneo y aún hoy se dice que un hombre acaudalado es "tan rico como Creso".
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