Una antigua ley prohibía que las condenadas fuera estranguladas si eran vírgenes. Suetonio narró el remedio hallado por los verdugos, las violaban primero y luego las estrangulaban, con lo que cumplía la ley al pie de la letra.
En la época en que Verres era gobernador de Sicilia, los parientes próximos de los condenados a muerte sobornaban a los verdugos para que los decapitaran de un sólo corte. De lo contrario, podían entretenerse en dar pequeños cortes para que el reo sufriera una agonía horrible.
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