A Domiciano le encantaba depilar por completo a las mujeres con las que se acostaba. Jamás aceptaba un "no" por respuesta. Cuando una cautiva cristiana no quiso aceptarlo como amante, ordenó que la ejecutaran tras haberle amputado los genitales y los senos, que guardó como recuerdo.
Estatua de Domiciano como emperador. Museos Vaticanos, Roma |
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