Las niñas espartanas participaban en las mismas competiciones físicas, como las carreras y la lucha, que los niños. Así, las jóvenes estaban preparadas para la vida doméstica.
La fuerza y la fecundidad estaban ligadas, de manera que una muchacha resistente y entrenada prometía una descendencia sana y vigorosa. Por tanto, las más forzudas eran las que tenían más pretendientes.
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