Los entrenamientos de los atletas griegos tenían lugar en la palestra, un recinto cuadrado rodeado de muros y al aire libre. Los gimnastas iban desnudos, aunque se cubrían los genitales con una pequeña tira de tela, y su equipaje contaba de una esponja para las abluciones, un frasco de aceite y un astrígilo (una especie de espátula). Después de lavarse por completo, el atleta se ungía con aceite y se derramaba arena o polvo sobre el cuerpo para protegerlo del sol y de los roces.
Cuando acababa su jornada, utilizaba su astrigilo para retirar la pasta formada por el aceite, el sudor y la arena. Sin embargo, alguno atletas no se limpiaban, sino que se dirigían a los cuartuchos donde los esperaban ciertas nobles que pagaban por sus servicios.
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