La esfinge de Gizeh o Guiza, llamada en árabe Abu el-Hol, "el padre del terror" (corrupción de la expresión copta bel-hit, que se aplica a quien manifiesta su inteligencia en los ojos y que traduce la denominación egipcia hu o ju, que significa 'el guardián' o 'vigilante'), ha estado enterrada varias veces bajo la arena, de manera que la cabeza era la única parte, que quedaba al descubierto, lo que la preservó de la destrucción en más de una ocasión.
Según una falsa leyenda, la barba postiza, el ureo (la cabeza protectora que adornaba el tocado) y la nariz fueron destruidos por los soldados de Napoleón, que utilizaron estas parte para hacer prácticas de puntería. En realidad los daños fueron realizados por un grupo de fanáticos religiosos en 1380 y cuatro siglos después por los cañonazos de los soldados mamelucos.
La primera gran restauración se llevó a cabo en la década de 1920, cuando se limpió la esfinge y sus alrededores y se reforzó la cabeza con cemento. En la actualidad, la contaminación y la subida del nivel de las aguas subterráneas la han puesto en peligro.
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