Los griegos, al igual que los egipcios, pensaban que el tracto genital femenino estaba íntimamente ligado al aparato digestivo. Así, Hipócrates recomendaba que la mujer se introdujese un ajo en la vagina; si al día siguiente le olía la boca a ajo, significaba que la mujer podía tener hijos pues no habría obstrucciones internas. De lo contrario, se creía que sus conductos vitales estaban cerrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario