La catedral y el niño
Libros del Asteroide
2018
520 págs.
Prólogo de Andrés Trapiello
Luis Torralba es un niño de ocho años que vive en una ciudad gallega a comienzos del siglo xx. Sus padres están separados y pertenecen a mundos completamente distintos: su madre a los ambientes burgueses y clericales de la ciudad, con sus días previsibles y tranquilos; por el contrario, su padre es un pequeño aristócrata librepensador, un poco calavera, que vive en un destartalado pazo en las afueras, donde no faltan las tertulias con sus amistades bohemias.
La infancia de Luis se desarrolla entre estos dos ambientes tan contrastados y tan ricos en personajes y situaciones que irán convirtiéndole en alguien capaz de imaginar su propio futuro, muy distinto al que todos tienen pensado para él.
Esta novela de aprendizaje, seguramente una de las mejores novelas escritas en castellano en todo el siglo xx, debería haber situado a su autor como uno de los más destacados narradores españoles de su época. Sin embargo, la singular peripecia del libro –que fue publicado originalmente en Buenos Aires en 1946 y no pudo ver la luz en España hasta treinta años más tarde– y de su autor –que vivió casi toda su vida en Argentina y escribió la mayor parte de su producción literaria en gallego– le han privado del reconocimiento que sin duda merece.
Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura y Deporte.
Eduardo Blanco Amor (1897-1979) nació en Orense y fue narrador, poeta y dramaturgo. Aunque alternó el uso literario del gallego y el castellano, la mayor parte de su obra literaria la escribió en gallego. En 1919 emigró a Argentina, donde empezó a trabajar en el periódico La Nación. Como corresponsal de ese medio volvería a España durante dos periodos: de 1929 a 1931 y de 1933 a 1936. En esa época conoció y trabó amistad con los principales escritores galleguistas (Risco, Castelao y Otero Pedrayo, entre otros) y con García Lorca, a quien le editaría sus Seis poemas galegos. El inicio de la guerra civil le sorprendió en Buenos Aires, donde trabajó durante la guerra a las órdenes del gobierno de la República. Empezó a escribir ficción con casi cincuenta años, pero es autor de dos de las mejores novelas españolas del siglo XX: La catedral y el niño (1948), que escribió en castellano, y La parranda (A esmorga, 1959), en gallego. Entre su producción narrativa destacan también Las musarañas (Os Biosbardos, 1962), Los miedos (1963) y Aquella gente… (Xente ao lonxe, 1972). Regresó definitivamente a España en 1966 y moriría en Vigo trece años más tarde.
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