Afirma el escritor canario Alexis Ravelo que Agustín Espinosa (Puerto de la Cruz, 1897-Los Realejos, 1939) publicó su obra Crimen, en 1934, «cuando ni la isla de Tenerife -donde se dio a imprenta- ni España ni, acaso, el mundo estaban preparados para un texto así»; y, observador del panorama actual, añade: «Hoy, como en 1934, Crimen será merecedora de que legiones enteras de padres y madres de familia corran a lapidar a Espinosa con su ira siempre justificada y siempre miope, ajena, también como siempre, a que la obscenidad jamás está en lo que se ve sino en el ojo de quien mira».
Catedrático de instituto, presidente del Ateneo de Santa Cruz de Tenerife, Agustín Espinosa, que desarrolló antes de la Guerra Civil un incesante activismo cultural (organizó en Santa Cruz la primera exposición surrealista celebrada en España), fue depurado de su cátedra en vida y, posteriormente, ha sido excluido del canon de estudios de la llamada Generación del 27, a la vez que prácticamente olvidado por parte de las academias. Hasta 1974 el campo editorial lo desatendió totalmente, y poco después de ese año volvió a caer en el olvido hasta las últimas décadas del siglo XX.
Alexis Ravelo (prologuista y editor de Crimen en la versión que acaba de publicar Siruela) presenta esta novela como un «libro manifiestamente surrealista desde la primera hasta la última página» que inspiró insultos y aplausos tanto en Canarias como en Madrid. Entre las felicitaciones más destacables, las de Azorín y Gómez de la Serna; pero los sectores más conservadores recibieron la obra con evidente enfado, por lo que el propio autor se vio obligado a esconder, tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936, los ejemplares de la obra que quedaban en circulación, y posteriormente a abjurar de ella manifestando que su escritura se debió a «un caso pasajero de esnobismo y de preocupación freudiana».
¿Novela, colección de relatos, poemas en prosa? En todo caso, afirma Ravelo, se trata de «un libro maldito que ha circulado durante ochenta años en voz baja, de mano en mano entre los miembros de una secta de lectores fascinados». Afortunadamente ahora tenemos la posibilidad de entrar en cualquier librería y comprarlo: «para regalarlo a la persona amada o al peor enemigo».
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