domingo, diciembre 15, 2019

Libros:Espace, Temps et Gravitation,

Espace, Temps et Gravitation

Joaquín Guruchaga
Reino de Cordelia
Madrid
2019
168 págs.
Edición de Ana Gurruchaga y María Luisa Gurruchaga
Uno de los grandes poetas ocultos de las generaciones de posguerra se incorpora a la colección Los Versos de Cordelia. Hasta 1995, el único rastro real de la poesía de Joaquín Gurruchaga se hallaba en la dedicatoria de Vicente Aleixandre autografiada en el ejemplar número 3 de Sombra de Paraíso, publicado en 1944 por la editorial Adán: «Para Joaquín, recordando su poesía que le espera siempre, y con un gran abrazo». Solo cinco años antes de su muerte, Gurruchaga se decidió a editar su creación poética. Espace, Temps et Gravitation, aunque toma el título de una traducción al francés de un libro científico, interpreta la delgadez y elegancia de la poesía tardía de Gurruchaga: una reflexión sobre el tiempo vivido, momentos de los que no quiere o no se puede desprender y que reaparecen una y otra vez en unos versos destilados, casi desnudos en su compleja sencillez.
Joaquín Guruchaga (San Sebastián, 1910-2000) Su vida ejemplifica la tortuosa historia de la poesía española del siglo XX, condicionada, como otras vidas y muertes, por la Guerra Civil. Hijo único del arquitecto J. J. Gurruchaga, abandona sus estudios de arquitectura por los de Letras. Matriculado en la mítica Facultad de García Morente, colabora antes de la guerra en la revista poética que montan los estudiantes de la Universidad Central, hoy Complutense de Madrid: Floresta de prosa y verso, donde comparte páginas con Aleixandre o García Lorca. Amigo de Nicolás Lekuona, Jorge Oteiza y Gabriel Celaya, se mantiene vinculado a las vanguardias artísticas del País Vasco. Con un grupo de amigos funda la editorial Adán y más tarde la primera productora cinematográfica de la que forma parte, Altamira. Mientras estudia Ciencias Políticas, se matricula en la Escuela de Cine. Años después obtiene la cátedra de Historia del Arte en la Escuela de Bellas Artes, donde se jubila en 1980 como decano. En el tramo final de su vida, Joaquín Gurruchaga acepta que sus hijas emprendan la tarea de editar los poemas que ha ido escribiendo en silencio, con el recuerdo siempre presente de esos luminosos años de juventud, antes de la guerra.

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