La formación de una familia se basaba en un acuerdo económico, pero los sentimientos tuvieron un papel muy importante desde el Imperio Antiguo.
Entre los consejos que el sabio Ptah-Hotep dejó escritos hacia 2400 a. de C., figuraba el siguiente: "Cuando alcances una vida desahogada, cásate y ama a tu mujer más que al mundo entero. No permitas que le falten los alimentos ni los vestidos bonitos, que son remedios para su cuerpo. Perfúmala con bálsamos olorosos y hazla feliz hasta la muerte. La mujer es un buen campo para su dueño, pero hay que saberlo cultivar".
El faraón Micerino y sus esposa |
El amor conyugal fue representado en muchas estatuas funerarias, en las que ambos esposos adoptaban una actitud respetuosa y cariñosa: mientras que el marido suele tener el brazo por encima del hombro de la esposa, ésta puede abrazarle a él por la cintura.
El esposo, como cabeza de la familia, debía respetar siempre a su mujer, confiar en ella y no abandonarla si no había engendrado descendencia. El matrimonio como institución no existía, por lo que la unión era un acuerdo mutuo entre los cónyuges, algo que no impedía que la esposa tuviera sus derechos y conservara sus propios bienes.
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