
Manuel Tarazona Anaya fue un oficial del arma de Infantería que desarrolló buena parte de su vida militar en las campañas de Marruecos destinado en la Legión y Regulares. Recibió varias condecoraciones y participó en hechos de especial relieve como el desembarco de Alhucemas. Tras proclamarse la II República ingresó en la recién creada Guardia de Asalto. Fue destinado como capitán a Córdoba y allí le sorprendió la sublevación militar del 18 de julio de 1936. Ideológicamente cercano a los golpistas, antepuso su sentido del deber a sus convicciones y dirigió la defensa del Gobierno Civil a las órdenes de su titular. Al rendirse para evitar un baño de sangre fue detenido por los sediciosos y sometido a un Consejo de Guerra. Fue condenado a muerte y fusilado el 13 de agosto de 1936 en el cuartel de Lepanto por defender la legalidad. Manuel Tarazona Anaya fue uno de aquellos militares que, por ser fieles a las legítimas autoridades republicanas, se convirtieron en las primeras víctimas de quienes se alzaron contra ellas.
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