Eurípides intentó ser pintor, atleta, filósofo y maestro de retórica, pero fracasó en todas estas actividades. Finalmente, triunfó como autor teatral pero no alcanzó la fama que esperaba y sus obras sólo gustaban a los entendidos, por lo que vivió amargado y convencido de su fracaso. Además, no tenía éxito con las mujeres porque padecía una fuerte halitosis, es decir, que el aliento le olía tan mal que sus conquistas no lo resistían. La mala suerte lo siguió incluso después de muerto. En su tumba brotó una fuente de aguas ponzoñosas, por lo que nadie se acercaba a ella.
Estatua de Eurípides |
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