Aunque Grecia fuera la cuna de la filosofía y la democracia, los remedios tradicionales para ciertas afecciones podían ser tan repugnantes o brutales como en cualquier otro sitio. Uno de los mejores remedios para curar la impotencia consistía en untarse el pene, los muslos y el ano con una mezcla de aceite y pimienta en polvo, a la vez que se hacía una friega con un manojo de ortigas. El tratamiento resultaba doloroso pero, al parecer, los efectos eran casi inmediatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario